El nacimiento de Almudena


Aquí les comparto la historia de mi primer parto. Mi hija Almudena nació en casa, en Sevilla, y estuvimos acompañadas por dos comadronas impresionantes, Maite y Menchu. Ellas mismas me formaron como doula luego, compartiendo de manera vivencial conmigo sus conocimientos e historias. Con ellas aprendí de primera mano lo que es parir con amor y respeto. Así comenzó esta etapa de mi vida, la de madre y doula…
Esta historia la escribí hace mucho y no he querido editarla. Me gusta recordarlo así, porque ese fue mi sentir en aquel momento.
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Javier y Almudena
Porque parí en casa es una pregunta difícil de responder, creo que estaba escrito en nuestro destino ya que nunca había oído hablar de partos en casa antes y tampoco sabía sobre las barbaridades que le ocurren a tantas mujeres durante sus partos en España y tantas otras partes del mundo, incluido el Perú.  Solo sé que cuando me quede embarazada supe que quería un parto natural y la Internet y el destino me llevaron a conocer a las maravillosas Maite y Menchu, a quienes les debo gran parte de mi crecimiento como persona y en especial como madre.

Todo empezó el 29 de enero de 2008, me levanté tarde, pues ya estaba de baja laboral y al ir al baño veo el tapón mucoso y pienso, el parto está cerca. Rápidamente llamo a Javier que ya estaba en el trabajo y se lo comento, y le digo que no se preocupe pues el tapón mucoso no significa mucho, el parto podría tardar mucho y no sé porqué pienso que el mío tardaría en llegar, que lo llamo luego y ya le cuento. Mis padres han venido desde Perú para el parto y eso me tiene un poco nerviosa, se están quedando en casa y sé que mi madre está demasiado nerviosa y que si le comento que el parto esta cerca me va a transmitir cosas que no quiero sentir, sus miedos, su estrés. Decido callarme y dejar que la vida continúe. Entonces tuve un día de compras en el centro comercial, mi madre ama ir de compras y a eso dedicamos la mañana. En el centro comercial, mientras andaba, que me hizo súper bien, sentía pequeños dolores de regla que iban y venían cada hora o dos horas, tampoco les hice mucho caso pues no dolían y yo seguía haciendo mi vida normal sin demasiado problema. Mantenía a Javier al tanto y dentro de mi sabía que ya pronto Almudena estaría con nosotros y tenía mucha ilusión. Hice una siesta y Javier llegó a casa a eso de las 17.00, me dio mucha alegría pues quería tener algún aliado dentro de casa pues a mis padres no les comente nada del parto y tenía muchas ganas de hablar, de expresarme, de compartir lo que sentía. Aun así, no pensaba que el parto estaba tan cerca, siempre había oído en las historias de partos que todos eran largos y pesados y hasta el momento yo me sentía muy bien y con ganas de seguir adelante. Supongo que esa ignorancia hizo que las cosas fluyeran tan bien.
Menchu y Maite
Por la tarde fuimos a dar un paseo por el campo, un par de meses antes habíamos recogido una perra abandonada de la calle y la teníamos en una residencia en Guillena y los paseos por el campo con ella habían acompañado los últimos meses de mi embarazo y los disfrutaba muchísimo. Tanto así, que la mujer que adoptó al perro unos días luego del nacimiento de Almudena, fue la que inspiro que la llamáramos así, se llama, obvio, Almudena, pues teníamos una lista larga de nombres de hombre y de mujer pues no sabíamos el sexo del bebe, pero Almudena jamás estuvo entre ellos.
A la vuelta cenamos con mis padres y Javier me hizo antes de irnos a dormir una foto con mis padres y la barriga (habían llegado hace unos días y no habíamos tenido tiempo de hacer la foto hasta entonces), bien que fue así porque fue la última vez que mis padres me vieron con barriga. Decidimos irnos a la habitación solos pues ya intuíamos que la cosa iba avanzando y que el parto estaba más o menos cerca. Finalmente a las 23.00 decidí empezar a contar las contracciones y eran cada cinco minutos aunque no dolorosas ni intensas, solo seguidas. Llame a Maite y se lo comente aunque debo admitir que lo hice con miedo porque tengo el síndrome, que al parecer tienen otras mujeres, de no querer pedir ayuda y de pensar que molestamos a la gente cuando pedimos ayuda. Javier me convenció de que llamara y las mantenga al tanto. Para mi sorpresa Maite estaba en casa de Marta y ella ya había parido, Belén había llegado y por un lado me alegre y por otro me aterroricé, pensé, y si yo no puedo parir como ella y tengo que ir al hospital? Pero no se lo dije a nadie, ni a Javier ni a Maite… lo deje dentro hasta que me di cuenta que estaba preparada para parir a mi bebe en casa y que así iba a ser, decidí entonces no preparar el maletín para el traslado al hospital… no lo necesitaría.
Entonces nos fuimos a dormir, las contracciones eran más intensas pero muy llevaderas y pensé que aun quedaba mucho camino por recorrer. Javier se quedó dormido rápidamente y yo estuve toda la noche con contracciones seguidas y cada vez más fuertes, pero sentía que podía sola y además, para que pedir ayuda (no es lo mío!!), aun podía sola. Estuve con los cascos oyendo música clásica y abrazando a mi gata maravillosa que sabia que la necesitaba, siempre a mi lado, calentándome la barriga. Cuando ya las contracciones se hicieron más fuertes y comenzaron a doler un poco decidí meterme en la bañera, estuve en el agua como una hora… que alivio… que sensación tan buena, las contracciones se hicieron más llevaderas y seguí adelante bastante bien.
Como a las 4 am me di cuenta que ya no podía mas estar sola y desperté a Javier, se levantó rápidamente y desde ahí estuvo a mi lado todo el tiempo, supongo que tenía que pasar la primera etapa sola porque el necesitaba dormir un poco para aguantar a su mujer y su barriga colgada de su cuello hasta las 9.55 am, cuando nació Almudena. Estuvimos dilatando juntos, solos, en la oscuridad hasta las 7 am, el aguantándome todo el tiempo pues luego de probar varias formas, de cuclillas, en la cama, en la pelota, etc. me di cuenta que no había mejor lugar para dilatar y parir que al lado de Javier, colgándome de su cuello, ayudándome con su fuerza, como un parante, siempre listo para mí. Su apoyo, tanto físico como emocional fue decisivo para mi parto.
A las 7 am, se pararon las contracciones, ahora que lo pienso me imagino que fue la mañana y el temor de saber que mis padres se despertarían y que tendría que contarles que estaba de parto. Llamamos a Maite mientras bebíamos un zumo de frutas y le dije que había tenido contracciones toda la noche pero como me oía tan tranquila me dijo que seguro era el pre-parto y que se pasaba por casa luego de dejar a sus hijos en el cole, yo le dije que me parecía bien, aunque ahora que lo pienso debí decirle que venga… realmente la necesitaba pero nuevamente no quería molestar. Luego del desayuno volvimos a la habitación y Almudena, mi bebe, decidió que la cosa iba para adelante como sea, aunque yo tuviera dudas y desencadenó el parto con mucha fuerza, y yo, oyéndola, me deje llevar cono nunca lo había hecho… escuche sus señales tan claramente… mi niña comenzaba a cambiar mi vida.
Entonces, a las 8 am el parto fue imparable, contracción tras contracción, seguía dilatando, apoyada en Javier y descansando cuando mi cuerpo descansaba, es tan sabia la naturaleza que te da el tiempo ideal para descansar luego de cada contracción fuerte e intensa. Alrededor de las 8.30 le digo a Javier que quiero empujar y él me dice llama a Maite y yo le digo que no, que aun puedo seguir sola y él, sabiamente me ignora y la llama y le dice que venga ya!!!! Ella recibe el mensaje y corre a casa, pues en unos minutos estaba en la puerta con su maleta y la maravillosa silla de partos!!! Me dio tanta alegría verla… una tranquilidad de saber que ella estaba ahí para guiarme en este camino tan bonito pero desconocido y que me daba un poco de miedo hacer. Oímos los latidos del bebe y todo estaba en orden… me hizo un tacto y estaba de 8 cm y luego se quedó a nuestro lado acompañándonos.
Yo, ya tranquila de tenerla cerca supe que quedaba poco, que mi bebe estaba cerca de salir. Aguantamos un poco mas las contracciones de dilatación sin empujar, pues Maite me dijo que esperara un poco, cuando llego Menchu a eso de las 9 am ya estaba con dilatación completa y comenzó el expulsivo. Con las dos cerca, animándome y diciéndome que era una mujer poderosa y maravillosa… me sentí muy bien y comencé a empujar con fuerza… gritando sin pensar en nada… dejando que mi bebe, mi cuerpo y mi alma me guiaran… que alucinante sensación… todo sigue su curso cuando dejas de tener el control… yo, tan controladora siempre… ni pensé en la habitación, el desorden, la sangre en las sabanas y toallas, mis padres, etc… todo dejo de existir, solo quedé yo y mi bebe… nuestro parto!!! Al ver las fotos hoy, veo el desorden que quedo al final, los gatos dando vueltas por la habitación… jejejeje… por una vez dejé que el caos se apoderara de mí… aun hoy tengo problemas para aceptar el caos que reina hoy en mi casa pues tener un bebe es lo mas hermoso y caótico que me ha pasado… aunque espero que algún día logre aceptar el caos como algo normal y necesario para el desarrollo de cada ser humano y espero que así la crianza de mi pequeña se me hará mas fácil… aunque eso es otro tema, que es también maravilloso pero tengo aun mucho por digerir y vivir para poder escribir sobre eso.
Continuando con el parto… cuando noté el tan mencionado anillo de fuego, estaba agotada y muy adolorida. Había estado de pie muchas horas (desde las 4 am) y estaba bastante cansada. Le digo a Maite que me duele mucho, ella me dice que el bebé está cerca y me dice ahora puedes empujar todo lo que quieras… empuja hacia el dolor!!! Le digo, no puedo, estoy cansada, me duele mucho… me dice, siéntate en la silla de partos… le digo no puedo moverme!!! Me dice, si puedes, te ayudamos… y casi me cargaron entre Javier, Maite y Menchu y me sentaron y la maravillosa silla de parto, los últimos diez minutos de parto fueron una maravilla después de haber estado de pie tanto tiempo, ni los sentí, Almudena salió rápidamente a las 9.55 am, casi sin tener que empujar y la placenta… que era una obsesión que tenía, pues no sabía si saldría, ni cuando, y eso me preocupaba, salió muy rápidamente, sin siquiera tener que empujar… salió sola. Al parecer había un poco más de sangre de lo que debía, yo ni cuenta me di, solo oí a Maite ordenarle a mi cuerpo que deje de sangrar y yo, obediente como soy, dejé de sangrar.
Javier, Avivi y Almudena
Cuando Maite me puso a Almudena en brazos fue maravilloso… la vi enorme!!! Como podía haber cabido ese bebe dentro mío pensé y quise darle el pecho automáticamente, abrazarla y ahogarla en mi… Maite me dice, déjala respirar un poquito y le hizo unos masajitos en la espalda, estaba la pobre llena de meconio… solo que no lo sabíamos pues al parecer rompí la bolsa al final del expulsivo. Pero ella rápidamente se recuperó y me miro con unos ojotes abiertos que me impresionaron tanto, tranquila, sin ningún llanto, solo mirándome fijamente… como diciéndome… por fin juntas mamá!
Sentada en la silla de partos le ofrecí mi pecho, ella se engancho rápidamente. Hasta el día de hoy sonríe cuando se lo ofrezco… para ella es lo mejor que existe y para mi lo mejor que puedo ofrecerle… porque significa que estamos conectadas, que somos una.  Pasaron 10 o 15 minutos hasta que Javier me dice que le quitemos la toalla para ver el sexo… aun no sabíamos si era niña o niño… yo ni cuenta me di… tener a mi bebe en brazos, sano y bello era suficiente.
Menchu me ayudó a tumbarme en la cama para ver mi periné y hacerme masajes en la panza para ayudar al útero a volver a su sitio. Mi periné intacto y el útero en camino a recuperarse. Mientras tanto Javier y Maite bañaban a Almudena, que necesitaba urgente una lavadita pues tenía meconio en todos lados… tuvo un lunar en la cara de meconio que nos costó una semana quitárselo!!! Luego, piel con piel, Almudena, Javier y yo nos tumbamos en la cama y todos se fueron a la cocina para dejarnos vivir los tres ese gran momento… para mirarnos mucho, olernos, querernos y dormir. Mis padres, que al parecer se dieron cuenta que estaba de parto cuando llego Maite, estaban felices de saber que su nieta estaba ya en casa y que todo había salido bien, a partir de ahí fueron una maravilla en casa pues nos ayudaron con las tareas de casa al 100% y nos dejaron vivir nuestros primeros días casi pegados los tres… felices!

Y podría decir que colorín colorado este cuento se ha acabado… pero no… este cuento, el mejor de todos, ha empezado y tiene mucho, mucho por contarnos aun!!!
Ahora el momento de los agradecimientos… primero a mi preciosa niña, por cambiar mi vida y hacerme tan feliz! Luego a Javier, mi pareja, compañero, amigo, amante… por estar a mi lado y aguantarme desde que nos embarcamos en el viaje alucinante de la paternidad… pues cuando llego al limite (porque me lo dejo todo dentro) puedo ser bastante difícil de soportar y se requiere mucha paciencia acompañarme hasta la resolución de mis conflictos internos. A nuestras maravillosas matronas, Maite y Menchu por hacer todo esto posible, por enseñarnos tanto antes, durante y después del parto, por acompañarnos con tanto amor, por intervenir cuando fue necesario y dejarnos ser cuando necesitábamos soledad. A mis padres por comprenderme y apoyarme aun cuando estaban aterrorizados de que las cosas salgan mal y por seguir haciéndolo ahora aunque ven que nuestro método de crianza no es del todo convencional. A nuestros grandes amigos del grupo de crianza por haber sido grandes compañeros estos 11 meses de viaje… el torrentoso y excitante viaje que es tener hijos!
Finalmente a todas las mujeres que compartieron sus experiencias a través de foros, especialmente a través de EPEN, pues son todas esas historias las que te dan fuerzas para seguir adelante en contra de la marea.



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