El amigo Sodalite

Por Flavio Vaccarella

Allá por el año 1991 ingresé a estudiar a la Universidad de Lima donde conocí a dos amigos que eran sodalites. Sabía que había mas sodalites porque tenían un grupo de amigos que solo  paraban entre ellos. Todos ellos muy parecidos en la vestimenta y los peinados, eran demasiado jóvenes para parecer bibliotecarios o profesores de matemáticas.

Con Manuel (cambio el nombre para no herir susceptibilidades ya que no he pedido permiso para publicar su nombre, tampoco sabe de mi relato y tampoco yo pediría permiso para contar una historia) tuve una relación mas estrecha porque llevamos un curso juntos. Nos hicimos amigos ya que debíamos reunirnos para desarrollar el trabajo grupal que siempre nos daba la universidad en cada curso de la Facultad de Administración.
Campus Universidad de Lima (archivo UL)

Una vez nos vimos en la casa de sus padres, donde Manuel no vivía, ya que según me contaba el vivía con sus amigos sodalites en una casa. La casa de sus padres estaba en el mismo distrito que el mio por lo que el viaje no era muy largo y sentía esa casa como familiar, o al menos de la misma procedencia que la mía. Su cuarto tenía las paredes vacías salvo por una cruz en la cabecera de la cama. No había atisbo de originalidad o creatividad en la habitación. No había libros, revistas, ropa, posters,  adornos o cualquier cosa que pudiera relatar la personalidad de quien vivía en esa habitación, bastante franciscana y hasta lúgubre, en comparación con la casa. Desde luego que me llamaba la atención, me parecía extremadamente raro pero quién soy yo para hablar de raros cuando toda lo vida lo he sido. Es por ese motivo que nunca me encasillé en tener un prototipo de amigo o amiga y menos aun que pareciera o tuviera un cierto look. Aquel día conocí a su madre con la que me llevé muy bien desde el inicio, ella estaba mas que emocionada de verme, yo un bicho raro que no vestía como los demás amigos de Manuel, con camisa, zapatos y pantalón. Yo andaba en esas épocas con zapatillas, polo y jeans. La manera sobrecogedora y llena de entusiasmo con la que me saludó su madre me puso un poco incómodo al principio, debo admitirlo, pero su calor era honesto. Por algún motivo Manuel salió de la cocina donde nos encontrábamos y conversé con su madre por un buen rato, hicimos buenas migas y ella me hablaba de Manuel con una lejanía extraña aunque estuviera él a solo unos pasos de nosotros. Su padre llego mas tarde, recuerdo que ya eran como las siete de la noche, lo saludó como si nada, pareciera que lo hubiera visto el día anterior, cuando no era asi.

Nos veíamos en la universidad frecuentemente, conversábamos un poco y luego cada uno se iba  a su clase. En una oportunidad me invitó a que lo acompañe a una reunión en un lugar que no recuerdo pero era algo asi como una reunión de confraternidad de vida cristiana. Accedí por su insistencia, vaya que realmente era persistente con ese tema, pero en fin, que podía pasar, nada, al fin y al cabo yo había estudiado en un colegio jesuita y tenía en ese entonces una idea muy clara de lo cristiano, del catolicismo y de toda esa cosa que resentía luego de haber escuchado tanto discurso sobre la pobreza y como ello ni cuajaba con el estilo de vida que llevaba la curia jesuita. Algo infantil de mi parte pero que en ese entonces me parecía objetivo y valía la pena mi rebeldía ante todo lo que significara olor a misa.

La captación

Fui, y paréntesis aparte soy objetivo al decir que no recuerdo si fue otro amigo conmigo o amigo de ambos, mi memoria no es buena para algunos detalles, pero sí recuerdo en el lugar varios invitados, todos externos, no éramos mas de ocho o diez personas en total. En esa reunión entramos a una casa que era obviamente una casa comunitaria, desde el inicio Manuel se sentía orgulloso y sacaba pecho por los extranjeros que estábamos allí, esa charla seguro era prevista todas las semanas para atraer nuevos adeptos a su comunidad. Se hablaron de cosas personales y muy penetrantes, quien dirigía la charla era un superior a Manuel y su mirada era fija, con dominio de escenario y desde un inicio como si ya  supiera cual era la verdad, la suya y no la mía. Me alteré un poco por dentro, no lo demostré pero respondí con mi verdad, me incomodaron la preguntas directas sobre mi felicidad, pero en fin, por lealtad a un amigo no iba a hacer un escándalo, y sí que me gusta hacerlos.

Ya en ese entonces sabía que esos grupos de CVX eran sectas. Mi primer contacto con aquellas sectas fue en cuarto o quinto de media (1988-1989). El chongo Morales, un cubano laico que trabajaba con la comunidad jesuita, ensambló un grupo de jóvenes del colegio para representarnos en el Convivio que se realizaba en o por el club de los marinos en el distrito de San Borja. El chongo muy astuto pasó revista a nuestra caballería y mandó al Convivio a ocho de nuestros mas dignos representantes del colegio la Inmaculada, una variopinta gama de todavía pubers rebeldes, punks, resentidos sociales, fiesteros y contestatarios, entre ellos yo. Tiempo después supe por propio análisis que esa batalla la había ganado el chongo desde el inicio, y no me sentí usado. Fue muy divertido y si algo teníamos en común era que éramos jesuitas, lo teníamos muy claro, desde el infantil se forja el concepto de grupo de pertenencia y que sin importar las diferencias la unidad de amistad es lo mas importante. Y con mas de doscientos cincuenta estudiantes por promoción es un verdadero logro. Esa historia prometo contarla en otra ocasión.
Colegio de la Inmaculada

La reunión con el grupo de sodalites y externos obviamente estaba pauteada y me tuve que tragar mi verdadero yo por no caer mal y evitar pelearme porque era un invitado. Al final de la reunión Manuel ya no se mostraba tan orgulloso de haber traído nuevos corderos para degollar, estaba consternado. A pesar de que la batería de misiles tácticos se habían lanzado me mantuve incólume con mis pensamientos y libertades. Mi impresión es que se trataba forzosamente de hacerte ver que tu vida era infeliz y que la solución era un nuevo ser que está ahí tratando de salir, y quien mejor que ellos para guiarme en mi búsqueda. También me preguntaron si tenía problemas con mi familia, en especial con mi padre, pues claro que los tenía pero qué miércoles tenía esta gente que meterse con mi vida intima, quién les había dado derecho a meterse en mi metro cuadrado.

Luego y ante la insistencia de Manuel lo acompañé a un festejo o una celebración de su comunidad en la que habría mas gente externa, era una celebración amplia. Fui y en efecto había mas gente, pero no tanta gente externa y la gran mayoría eran hombres, gente muy joven y vestida al unísono, como si se tratara de la revancha de los nerds. Parecía que lo mas importante era la fogata que sucedería, no recuerdo como llamaban a ese evento esotérico que por lo demás me parecía bastante tribal y poco religioso. La fogata era realmente grande. En forma cuadrangular se habían reunido tablones de madera hasta una altura de mas de un metro y medio. Lo fogata se prendió rápidamente y el fuego era el mayor que hubiera vista hasta ese entonces, al menos de manera tan ordenada. Me gustó la idea de ver el fuego pero mi incomodidad empezó cuando Manuel se me acercó y me dijo qué vez?. Puta madre, qué cosa quería que vea, si solo era fuego, de acuerdo, me gusta contemplar la belleza de este mundo pero sin que alguien al costado me acose con preguntas. Para variar no le hice saber lo que sentía ya que como siempre, un invitado no puede ofender al anfitrión. No dudo que Manuel tuviese buenas intenciones para conmigo, y eso lo pude comprobar luego. Su intención era mostrarme lo que hasta el momento había sido un tubo de escape en su vida, una doctrina que le servía para su conveniencia, conveniencia inocente, naive tal vez, es muy probable que no supiera que él mismo estaba siendo manipulado y sometido al yugo emocional de otras personas, personas que mas adelante se esconderían ante la verdad que sale a la luz. Es fácil decirlo ahora pero en aquel momento la sociedad sodalite era muy cerrada y tenía un prestigio ganado a punta de persistencia. Era muy difícil entrar en una conversación abierta con alguno de sus miembros porque eran como perros guardianes siempre a la defensiva y como felinos al acecho a la hora de reclutar.

Manuel me seguía preguntado qué cosa veía en el fuego e iba guiando y diciéndome, qué ves dentro del fuego, ves a Dios. Por supuesto que no veía a Dios, me encantaban las llamaradas de fuego rojo anaranjado reflejados en el cielo oscuro de la noche, cada tablón estaba al rojo vivo y de manera muy rápida se fueron calcinando hasta caerse al piso y convertirse en cenizas, era épico mas no su compromiso por incomodarme con sus preguntas.

Después de esa noche no volvió a insistir en el tema. Recuerdo que a veces nos enfrascábamos con Manuel y un amigo sobre sus creencias, y su postura era siempre la misma, exhibía una soberbia gigantesca, creía que su verdad era la única y se burlaba con su gesto sonriente de la imposibilidad de ser feliz para cualquiera que no siguiera sus preceptos, o mejor dicho la doctrina de persecución de almas que su comunidad vendía. Para mi suerte y su suerte eso quedó en el pasado. Durante la carrera lo vi muchas veces, siempre conversábamos y le decía para salir a algún lado con lo demás, algo tranquilo después de clases. Creo que lo hicimos un par de veces, fuera de esa vorágine de mutilamiento de personalidad que él siguió sufriendo por algunos años mas, creo se divertía y la pasaba bien.
Una vez fue a visitarme a casa, era una tarde, en ese tiempo ya habían celulares pero eran carísimos y nosotros no teníamos uno, de tal manera que Manuel cayo de improviso. Hola como estas me dijo y empezó una conversación que ya habíamos tenido pero de forma superficial. Me contó que su comunidad se oponía a que tuviera enamorada y que se relacionara con mujeres. Recuerdo muy bien lo que le dije y creo que eso fue lo que sellaría nuestra amistad aun después de terminar la universidad y no vernos hasta ahora. Le dije, Manuel respeto lo que dicen en tu comunidad pero quien tiene que decidir por sí  mismo eres tú y no otros. Imagínate Manuel qué clase de experiencia tendrías en esta vida si no te pudieras comunicar con el sexo opuesto, sería la mitad de las experiencias que tengo yo porque la mitad de la población mundial son mujeres, no te parece que te estarías perdiendo de un montón de experiencias en esta vida. Manuel asintió con la cabeza, sus gestos de soberbia ya no estaban ahí, estaba dispuesto a escuchar un consejo y yo estaba dispuesto a dárselo a un amigo sin importar que tuviéramos diferentes punto de vista.

Me contó que había una chica de la comunidad que le gustaba, le dije que era muy bueno, porque no salía con ella. Y así fue. En una ocasión me la presentó y se vestían igual. Fue divertido.

Cuando terminé la universidad dejé de ver a mucha gente, entre ellos a Manuel. Viaje al extranjero  por cinco años y al regreso perdí la pista de Manuel. Lo vi una vez en Miraflores dando una conferencia no se que cosa y tampoco me acuerdo que hacía yo allí. Intercambiamos correos y eso fue todo. Me lo volví a encontrar cinco años después en el parque Kennedy, el estaba con una bebe y su esposa, presumo, lo vi de lejos no recuerdo que nos saludáramos o si yo estaba en mi mundo y él en el suyo o sino quise alterar su mundo o no quise que el altere el mío. Finalmente no nos volvimos a ver hasta el dia de hoy.

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