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Vacaciones en Mancora cap IV

Vacaciones en Mancora Capitulo IV G ente bien El Mudo me contaría a la mañana siguiente que consoló a María Isabel por largo rato hasta que ella se sintió mejor. Se enteró que me tenían como amigo mutuo y siguieron conversando hasta el amanecer. El Mudo supo de algunos aspectos de su vida y la escuchó atentamente como la hace un sacerdote con un feligrés, un hermano mayor a un hermano menor o el abuelo al sobrino. Él no podía comprender que cosas así le pasaran a alguien y menos a esa chica tan bella que en raras circunstancias había conocido. El desgraciado que la había lastimado pensaba que María Isabel lo estaba engañando y en un arrebato de celos junto con exceso de alcohol actuó de la manera más vil. Durante el tiempo que estuvieron juntos el Mudo se fue enamorando de lo mismo que yo en aquella velada que pasamos en La Rosa Náutica sobre el mar.  Me dijo que sentía una necesidad de protegerla, y no dejar que nunca nadie le haga daño. En mi cabeza no hacía más que pens