Hoy te soñé como nunca antes
Hoy te soñé como
nunca antes. Siempre me gustaste como a cualquier otra mujer pero dadas las
circunstancias solo te veía como una linda chica. Mis sentimientos hacia ti
eran reprimidos, lo son. La objetividad era lo primordial para evitar problemas
mayores ya que como te repito las circunstancias eran complicadas y lo siguen
siendo. No suelo ir contra la corriente en estos menesteres, prefiero
mantenerme al margen cuando no me siento seguro, es una pena pero así es, a
pesar de la abierto y liberado que soy conmigo mismo y con los demás todavía
existe en mí una pequeña cuota de rezago, de decencia de mi escuela cristiana,
de púber atormentado que sale a veces de lo mas profundo sorprendiéndome porque
pensé que esas cosas ya eran parte del pasado, trituradas por los años de
reconciliación con mi ser. Pero no, todavía existe en mí ese milimétrico rezago
que de alguna manera censura.
Hoy te soñé y no sé
porque. Hace días que no te veía y como siempre eran de pura casualidad porque
jamás hemos salido juntos. Te veo de casualidad por amistades que tenemos en
común. Me gusta tu físico y tu bella cara, aparentas ser una niña pero eres
bastante madura por dentro, escribes y lees como muy poca gente, don
indispensable para crecer como ser humano en esta tierra material, superficial.
Hoy
te soñé sin aviso alguno, de repente como un virus que se mete en mi mente en
los momentos mas sublimes del sueño. Te soñé recatado, porque hasta en mis
sueños está ese pequeño rezago. Te cuento cómo fue. Estaba en un hotel soleado
y me encontraba solo hasta que llegaste tú con un acompañante que desconocía y
otra persona mas, anciana a la cual no logré descifrarle el rostro ni su nombre
por supuesto pero de lo que sí estoy seguro es que era una persona anciana
allegada a mí. Recuerdo que todos estábamos instalados en el mismo cuarto, tres
camas, una para ti y tu acompañante, otra para mí y otra para esta cuarta
persona allegada. En un momento de la tarde soleada todos estábamos en la
habitación recostados como descanso de un largo almuerzo. Tal vez había algunas
conversaciones que no recuerdo y tú estabas echada en la cama junto a este
individuo, de pronto él decide levantarse e ir a caminar solo por los
alrededores, le diste un beso y se fue. Yo te sentía pero no te hablaba, te
miraba y tú me mirabas y no había que dar explicación alguna, el entendimiento
vía telepatía era sublime. Yo no sé porque pero había una complicidad no
explicita, profundo sentimiento que sale de la boca del estómago y produce
mariposas, esa sensación que muy pocas veces en la vida he sentido, que me
produce alegría, placer y ganas de seguir viviendo totalmente ante la realidad
porque las mariposas lo ciegan a uno, lo llevan a espacios en el tiempo de
contemplación infinita y querer que esos momentos cual droga adictiva se queden
perpetuos, para siempre. Inmediatamente despues de él salir, te levantas de la
cama en la cual te encontrabas acostada y te aproximas a la mía, sin decir
palabra alguna te echas a mi costado y te siento cerca de mí como si fuera
real, como si lo hubiese vivido antes. No se dice nada y el sueño prosigue.
Haces un movimiento y te recuestas sobre mí. Yo me encontraba callado y
confuso, temiendo hacer algo para no sentirme rechazado o sin hacer nada para
no entorpecer ese bello sueño. El mundo se me venía encima, no sabía que hacer
ni que decir, siempre temeroso, siempre temeroso de actuar, de tirar la primera
piedra, de iniciar algo que después me arrepienta y que me dañe, que me duela,
que me duela en el corazón cual herida profunda, como una lanza con punta de
oro porque el dolor se viste de gala para guillotinar. La persona allegada
seguía echada en la cama observando y dándome una muda aceptación, tal vez mi
‘yo’ interno, porque el externo siempre pide aprobación aunque solo sea un
sueño y yo prácticamente un espectador, pasivo y atento a tu siguiente paso,
esperando con ansias la resolución de los hechos, lo que venga y queriendo
inconscientemente que lo que venga sea felicidad verdadera y duradera aunque
sea solo en sueños. De ahora en adelante por mas que me esfuerce en recordarlo
y retratarlo en este escrito siempre será imposible describir con exactitud lo
que sentí, lo que sucedió aquélla tarde en aquel cuarto de hotel que siempre
recordaré porque lo escribí para que no se borre de mi acelerada memoria,
siempre con mil cosas en la cabeza, siempre con mil proyectos, queriendo
comenzar y finalizar todos a la vez, atropellando el límite de lo que realmente
puede dar mi físico, realidad mundana y mortal.
Hoy
te soñé y no me arrepiento aunque tú y yo sabemos que nunca podrá hacerse
realidad. La realidad mata, los sueños son más puros y sinceros, fáciles de
concretar. Los sueños varían y dependen de la edad de uno. Cuando niño se
acercaban a mi sueño acontecimientos macabros, horrorosos, sangrientos y
despiadados, aún hoy y de vez en cuando me persiguen en la noche, pero no es lo
usual, estoy entrado en años y he logrado dominarlos casi totalmente aunque
como ya he dicho alguno que otro fantasma se me aparece y me perturba. Te soñé
y no me arrepiento, no podría hacerlo, jamás, no importa si te vas de mi vida,
si te casas mañana o si yo me voy, siempre lo recordaré y lo guardaré mejor que
muchos hechos que vivo cuando tengo los ojos abiertos, ya algo ojerosos y
tristes por el pasar de los años, años que viví sin saber que los vivía porque
nadie me explicó cómo se debía vivir, yo escogí vivir como nadie vive y eso me
arrebató experiencias que hoy solo en sueños puedo vivir.
Te
soñé como nunca antes, sueño de sueños como ningún otro que jamás haya tenido,
sueño inocente, puro, casto, sueño de verdad, sueño del inconsciente. Sueño que
no es realidad, que puedo tocar solo cuando con los ojos abiertos me sigo
acordando y trato de palpar tu piel, suave, tierna, tierna de juventud que yo
no tengo, que desperdicié porque lo quise, porque así fue mi destino, insípido,
egoísta, antisocial y ensimismado en mi mismo. Por eso es un sueño que jamás
podrá ser realidad, porque el destino así lo quiso. Sería muy difícil
realizarlo si al verme vieras a este ser curtido, de ojos lánguidos que no
expresa emoción, emoción que solo puede soltar cuando escribe como hoy te
escribo.
Te
seguiré contando mi querida niña lo que sucedió en este sueño. Te recostaste
junto a mí y las mariposas, mariposas que aleteaban cada vez con mas intensidad
produciéndome un vértigo de placer y represión, represión de niño temeroso. Te
moviste y te colocaste encime de mí, con tu rostro mirando el techo de la
habitación, yo sin moverme, estático del vértigo cual montaña rusa, vértigo que
apretaba mis pulmones y no me dejaba pensar con claridad como la claridad del
sol del hotel. Inmediatamente tus manos se dirigen en busca de mis brazos que
encuentras y los llevas a tu cintura como diciéndome que te abrace, que te contenga
cuando en realidad tú eras la que abrazabas con tu ternura, aceptación, amor y
mariposas que dejaban de aletear como si hubieran terminado su misión, misión
que esperaba en mi inconsciente y que irremediablemente éste era quien producía
la puesta en escena, escena que deseé se quedara eterna para siempre como final
perpetuo de cine francés que amo tanto. Me abrazabas con tu cuerpo que sentía y
acariciaba con suavidad e inocencia, inocencia que estaba guardada para ti,
para este momento que trataba de eternizar, aferrándome al sueño y obligándolo
a que continué porque quería seguir siendo feliz alrededor de tantas mariposas,
mariposas de colores como el arco iris, celestes, rojas, amarillas, verdes y
blancas. Me desperté de tu regalo, que enviaste por telepatía esta mañana de
poco sol, regalo de ensueño envuelto en terciopelo, terciopelo suave como tu
piel. Me desperté sin quererlo, no fue nunca mi intención, fue el destino que
gobierna mi vida, la gobierna con instrumentos que desconozco pero que puedo oír
como la bocina de un carro que se
estacionó en el parque de la avenida, bocina que malvada me despertó de tu
regalo que hoy quiero guardar como el mejor regalo que jamás me hayan hecho.
Porque te soñé como
nunca antes te escribo pero dudo que alguna vez logre armarme de valor y darte
esta hoja de papel en tus manos, manos que toqué y que me dieron su calor. Te
escribo para el recuerdo, para no olvidarme y saber que alguna vez fui feliz
con tu cuerpo junto al mío en un sueño. Mis brazos y manos quedaron con
ampollas esta mañana, al igual que mi pecho y piernas por el calor y el fuego
que irradiaba tu cuerpo, cuerpo joven, tierno. En el sueño yo era joven y tal
vez fue por esa razón que me buscaste, razón imposible de suceder si te
presentaras hoy a mi habitación porque la vida es dura y no perdona los años mal vividos. Te escribo
y tú no sabrás que lo hago, solo en tus sueños algún día recibirás un regalo
como el que tú me diste, tal vez en muchos años cuando entiendas que la edad
pesa toneladas podremos reunirnos y vivir lo soñado y hacer del sueño vida
eterna y estés dispuesta a acompañarme a dejar este mundo, no te lo exijo,
solamente esperaré hasta que no tenga mas aliento, aliento que disminuye con el
paso de los años y que con regalos como el tuyo se nutre y recobra. Puedo ser
tu padre, es detestable pero no se puede ocultar, por eso y por muchas cosas
mas jamás sabrás que te escribo porque aun queda en mi ese milímetro de pudor
calloso, agrio, represivo y amo de mí.
Te esperaré una vez
mas en mis sueños y no me iré, te esperaré sin tener mas miedo al tiempo, te
esperaré allá donde el tiempo no vale, donde todo es eterno, donde los sueños
se hacen realidad, donde el sol brilla siempre, donde las mariposas nunca dejan
de aletear. Te esperaré en esta y en todas las vidas por venir porque he
esperado tanto que unos años mas los puedo resistir. Si tú llegaras a partir
primero te seguiré sin pensarlo hasta donde no hay mas ruido, donde el tiempo
no vale.
Julio 9 lima 2003
Viernes y sabado aprox
Flavio Vaccarella
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